A CUIDARSE

TERESA GURZA

Estamos a punto de que llegue el otoño, con sus aires y sus cambios bruscos de temperatura.
Tengo gripa y temo salir y estar horas sentada esperando mi turno en la consulta médica, para que finalmente el doctor pretenda atiborrarme de antibióticos, que no voy a tomarme.
Por esto, me pareció especialmente interesante el artículo de Gabriel Zaid en el periódico Reforma del domingo pasado, titulado Consulta Médica para todos.
Suscribo su sugerencia de construir opciones médicas intermedias y más que nada, su solución número uno para reducir el costo de la medicina en México, “que el paciente sea su propio médico” y que “en vez de criticar la automedicación, debería reforzarse con buena información gratuita y de fácil acceso”.
Y es que nadie conoce más que uno mismo el propio cuerpo y sabe que tolera y qué no; y la mayor parte de los médicos para cumplir con su cuota diaria de enfermos atendidos, escribe cualquier cosa en la receta y pasa al siguiente.
Vivo sin problemas mayores de salud y dando gracias a Dios por ello; lo malo, es que casi todas las medicinas me caen mal y que siento todas las reacciones secundarias; y esto no es invento, sugestión, ni broma.
De niña y joven, cuando no consultaba el vademécum como hago ahora cuando algo me recetan, me sentía pésimo con los remedios que me daban para las enfermedades infantiles, respiratorias o estomacales.
Y al darme cuenta de lo que me ocurría con alguna medicina, rechazaba las siguientes; y como si me negaba a tomarlas me regañaban e inyectaban, aprendí a ocultarlas bajo la lengua y cuando mis papás se distraían, las escupía.
Eso mismo pasa a muchas personas y peor aún, millones de mexicanos sobreviven sin tienen acceso a los mínimos servicios de salud: por ello me parece adecuado el planteamiento de Zaid para que el gobierno establezca “una base interactiva en la web, consultable llenando un cuestionario que contenga las características del paciente y sus síntomas (presentes y ausentes), en base a los que dar diagnósticos tentativos y, en caso necesario, recomendaría el tipo de especialista que ha de ser consultado”.
Y centros de consulta gratuita por teléfono, como servicio público, atendidos las 24 horas por enfermeras y médicos del IMSS, el ISSSTE, el Seguro Popular, la Secretaría de Salud y los gobiernos locales.
Lo que sería mil veces mejor que salir, orearse, pasar tiempo en llegar al médico y esperar horas, para ser visto no más de 15 o 20 minutos y vuelta al aire caluroso, o al frío, de camino a casa.
Escribe Zaid al respecto, “cuando se trata de simples consultas, millones de asegurados prefieren no acudir a los servicios que pagan, por el tiempo que pierden… está adscrito a una sola clínica y un solo turno, matutino o vespertino y no puede ir a otra, ni a cualquier hora, ni sábados ni domingos».
Y advierte que esta rigidez resulta cómoda para la institución, pero onerosa para el asegurado que debe madrugar para sacar ficha, hacer antesala y esperar estoicamente (se sienta como se sienta) para que el médico lo reciba diez minutos. Y si tiene que subir a otro piso con muletas o silla de ruedas, ¡mala suerte! Total: horas y horas perdidas, suyas y de su acompañante, si no puede ir solo.
Todo lo cual desanima a los asegurados y acumula quejas contra el IMSS en la Comisión de Derechos Humanos.
A lo que escribe Zaid puede añadirse que pronto tocará ponerse la vacuna de la influenza; que hay que ir varias veces antes de que la tengan y de nada sirve hablar para saber si la hay, porque dicen que sí y al llegar salen con que «acaba de terminarse»; y eso que se trata de algo indispensable para los adultos mayores en el periodo de cambio de estaciones.
Y aunque las autoridades anuncian que hay suficientes dosis, los derecho-habientes sabemos que eso no es cierto; y cuando finalmente lo reconocen, alegan falta de recursos.
Pero sí los hay, para dilapidar en unos cuantos gandallas; como el pago de 700 pesos a los senadores como «estímulo especial» cada vez que asisten a una sesión; adicionalmente a sus dietas, «ayudas», viáticos, seguros, viajes y pago de ayudantes y etc.
O para la publicidad de despedida de Peña Nieto, con entrevistas pagadas a medios y «cápsulas» que no reflejan la realidad nacional y parecen hechas antes de saber la derrota electoral del presidente y su partido.

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El Heraldo de Saltillo
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