VÍCTOR BÓRQUEZ NÚÑEZ
No es un buen filme, pero vaya qué entretenido. Una grata comedia que parodia las películas del género de espías y que, sutilmente, les hace un guiño a varios clásicos como ‘La Pantera Rosa’ y a James Bond 007. Destacable que ponga a dos mujeres como el centro del relato y nos entregue un viaje por hermosas locaciones de Viena.
Ésta es una película regular. No tiene más méritos que la simpatía y aplomo del par de protagonistas, pero todo se le perdona cuando se convierte en una comedia que le saca brillo a situaciones ya vistas e incorpora a dos actores que derrochan simpatía.
Aquí están todos los clichés y lugares comunes de las típicas películas de acción: los héroes imbatibles, de una sola línea, los malvados caricaturescos, las locaciones hermosas (qué ganas de pasear por Viena) y esa incesante necesidad de enfrentar a un invencible héroe no con uno sino con un ejército de asesinos.
Pero lo que redime y eleva el tono de este filme es que cuenta con dos simpáticas actrices como protagonistas: Mila Kunis y Kate McKinnon. Son ellas las que ponen la salsa y la cuota necesaria de locura a esta buddy-movie, esto es, películas que tienen a dos amigos o amigas que, a pesar de todo, salen adelante contra las adversidades. Se trata, en efecto, de uno de los géneros más rentables en la historia del cine, que tiene en este caso un ejemplo liviano, hecho exclusivamente para que los espectadores pasen un buen rato y nada más.
Audrey (Mila Kunis) y Morgan (Kate McKinnon), son dos mujeres de treinta años, oriundas de Los Ángeles, que descubren por casualidad que Drew (Justin Theroux) el ex novio de Audrey es un peligroso espía internacional, al cual persigue una cantidad impresionante de asesinos de todas las clases. Esto provoca que, sin quererlo, se involucren en una conspiración internacional de proporciones.
Fieles a la receta de las películas de espías, las dos mujeres se meten de lleno en una aventura que no entienden, provocando la hilaridad de los espectadores, tratando por supuesto de escapar de sus perseguidores por toda Europa. De este modo, dos muchachas normales se enfrentarán a una misión increíble: nada menos que tratar de salvar el mundo, en compañía de un agente atractivo y misterioso, Sebastian (Sam Heughan).
Como era de esperarse, mientras avanza el metraje de la película, las dos mujeres descubren que ellas no son solo figuras decorativas y comienzan a desarrollar un potencial enorme para ponerse a la par con quienes las persiguen, descubriendo que son más que capaces de alcanzar la estatura de heroínas, utilizando al máximo impensadas habilidades para poder sortear las balas, las explosiones y hasta las torturas.
En este aspecto es más que obvio que la directora Susanna Fogel pretende hacer una cierta apología al empoderamiento femenino, lo que no es malo pero resulta algo redundante y subrayado.
“Mi ex es un espía” es el segundo largometraje de la directora Fogel, después de haber logrado el reconocimiento con la comedia romántica Life Partners (2014), cuyo guion lo escribió en conjunto con David Iserson (Saturday Night Live).
Aquí aparece un cierto desequilibrio en la estructura del filme, porque se utiliza mucho humor pero las situaciones que se muestran son bastante más violentas que lo esperado, pero por fortuna el dúo de heroínas logra balancear el asunto, gracias a su carisma y a la muy meritoria capacidad de representar personajes estrafalarios de parte de la actriz Kate McKinnon (Cazafantasmas).
Su estudiada torpeza, sus exabruptos y su elegancia para salir de los líos que provoca recuerdan -era que no- al inolvidable Inspector Closeau de la mítica cinta “La Pantera Rosa”, que es recordada también con la música que aparece en un instante clave de la secuencia que transcurre en Berlín. Se agradece que ella levante el tono de la película cada vez que aparece o interviene, porque demuestra ser una muy potente actriz cómica.
A favor de esta película, el hecho que no se toma en serio, asume su condición de ser una parodia y regocijarse con ello. Claro que muchas de las bromas no son afortunadas y se peca de repetir ciertas situaciones grotescas asociadas a los vómitos o al intestino (como la coprolálica situación que transcurre en el baño), En cambio cuando el humor es puro y proviene de la química que se genera entre las actrices adquiere fuerza y se siente el placer del disfrute.
En el balance, “Mi ex es un espía” es una película regular que entretiene, logra dar en el punto exacto y hasta amenaza con convertirse en una serie. Si ello ocurre, solo esperemos que se mantenga la dupla protagónica y el discreto encanto de este subgénero que tiene asegurada larga vida y conquista de nuevos adeptos.
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