A LA BÁSCULA

 JULIÁN PARRA IBARRA 

Desorden gubernamental 

A partir del año 2000 cuando el PRI perdió por primera ocasión la Presidencia de la República, el sueño, la esperanza, la ilusión de los mexicanos de que se generara un cambio en nuestro país, muy pronto se convirtió en decepción, en desilusión porque Vicente Fox, un excelente candidato, pronto se mostró tal cual era y pasó a la historia como el peor presidente que ha tenido nuestro país en la época moderna.

La falta de compromiso con nuestro país, que lo llevó a ocupar todo su sexenio una zona de confort, sin confrontarse con nadie para no meterse en problemas con nadie, tratando de nadar ‘de a muertito’, tratando de agradar a todos y quedar mal con nadie. Mucho más temprano que tarde, los gobernadores de los Estados se dieron cuenta que, con un presidente sin compromiso, no tenían que rendirle cuentas a nadie, le crearon la Conago conocida como el sindicato de gobernadores.

La falta de un liderazgo único en México, fue degenerando en la forma de gobernar de los mandatarios estatales, empezaron a asumir actitudes de virreyes, haciendo lo que le pegaba la gana a cada uno de ellos, y la cereza del pastel de esa nueva forma de ‘hacer gobierno’, provocó un crecimiento descomunal de la deuda pública en la que están sumida la mayoría de los Estados, por no decir que todos.

La nueva alternancia que los mexicanos decidieron en las urnas el 1 de julio pasado, también está sustentada en el sueño de un cambio en este país, y uno espera que éste ahora sí se empiece a generar y no se convierta en una nueva decepción porque si no, ahora sí como dijera ‘El Chapulín Colorado’, ahora quién podría defendernos.

Ojalá que la llegada al poder de un tercer partido en discordia, no genere todavía más descontrol en los estados y municipios de México, y le menciono esto con dos botones de muestra. Con presidente de Morena, en Durango  hay un gobernador panista, en Ciudad Lerdo una alcaldesa priista y en Tlahualilo un panista, pero éstos dos traen un verdadero desorden en sus cuentas públicas, y parece que no hay nadie dispuesto a meterlos en orden.

María Luisa González Achem, está en una franca posición de rebeldía y reto a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que emitió un ordenamiento para que Ciudad Lerdo liquide a un grupo de ex trabajadores del municipio, y ella  públicamente ha declarado que ni tiene ni quiere pagarles a los ex empleados, cuyo despido injustificado ocurrió al inicio de la administración de Carlos Aguilera, pero ya pasaron después Roberto Carmona Jáuregui, Luis de Villa Barrera, y la actual administración que está a punto de cumplir dos años.

El municipio está sumido en la peor crisis de servicios públicos, de limpieza porque ya no hay camiones recolectores en buenas condiciones para dar el servicio, un alumbrado público deficiente, una pavimentación deplorable, un cada vez más deficiente servicio en el suministro de agua potable y en la atención de servicio de drenaje.

Desde el principio de su gestión, la Alcaldesa se ha venido confrontando con los diferentes grupos de la sociedad y llevando a cabo un gobierno de ocurrencias: mandó levantar las banquetas de tres de las principales vialidades según ella para colocar concreto estampado, pero resultó un verdadero bodrio que dejó las calles todas veteadas, no hay una sola cuadra uniforme, un fiasco. Mandó construir un reloj en un jardín a la entrada de la ciudad, que jamás ha dado la hora ni funcionado; ordenó el cambio de nomenclatura en calles en las que no era necesario porque ya existía y en muchos casos está duplicado. Instaló en por lo menos dos puntos del bulevar Alemán, las ‘letrotas’ con el nombre de lerdo. Le importa más el ornamento que los servicios básicos.

El Tlahualilo, el panista Sergio Nevárez Nava está todavía peor, no le han aprobado las cuentas públicas, trae más del 80 por ciento de inconsistencias y falta de soporte en los gastos realizados; ha reportado como terminadas obras inexistentes, ha utilizado para sus propios funcionarios programas sociales destinados a los que menos tienen, en fin, toda una lindura. Y no ha encontrado todavía quien le ponga freno a las trapacerías que ha cometido. Ni el gobernador que es de su propio partido, ni nadie.

Ojalá que este desorden gubernamental no se replique en estados y municipios, y que verdaderamente como se ha ofrecido y prometido para la próxima administración federal, haya un ente que vigile las deudas contraídas por gobiernos estatales y municipales. Porque en calidad de mientras, traen un verdadero desmadre.

 

laotraplana@gmail.com

 

@JulianParraIba

Autor

El Heraldo de Saltillo
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