EDUARDO J. DE LA PEÑA
El, ahora sí, Presidente Electo, puede tener las mejores intenciones y haber entendido la necesidad de tender puentes y construir una comunicación eficiente con los sectores productivo, político y social para llevar la etapa de transición y el arranque de su administración en condiciones que permitan lograr los resultados que se ha propuesto y cumplir con las altas expectativas que en muchos ha generado, pero Andrés Manuel López Obrador la tiene muy cuesta arriba cuando son sus propios allegados los que sabotean el esfuerzo de dar certidumbre.
Hace dos semanas Alfonso Romo, perfilado como futuro Jefe de la Oficina de la presidencia, se reunió en Torreón con los auténticos dueños de las empresas, y el poder económico en La Laguna, no con los que tienen el membrete de las Cámaras y polemizan en los medios, sino con ese selecto e influyente grupo que acuerda y gestiona en los más altos niveles de este país desde hace años, figuras como Eduardo Tricio, Ricardo Martin Bringas y Alberto Villarreal, y les llevó el mensaje de que la política económica y fiscal del próximo gobierno propiciará estabilidad y condiciones para generar progreso. Vaya, el mismo discurso que días antes manejó López Obrador con el llamado grupo Monterrey.
La reunión, se asegura, trascurrió en los mejores términos, los empresarios se quedaron tranquilos respecto al futuro inmediato.
Pero apenas una semana después se apareció en la zona rural de La Laguna Armando Guadiana Tijerina –que había estado en la reunión con los empresarios– para encabezar un evento en el que presentarían resultados de un diagnóstico sobre la situación que se vive en ese sector, pero que se convirtió en un foro para atacar a los empresarios, hablar de acaparamiento de tierras, sobreexplotación del acuífero y ventilar pretensiones de revertir los esquemas que han permitido en los últimos años la productividad en el campo, al menos en esa zona en particular.
No solo fue una tribuna contra los mismos personajes con los que se habían reunido Romo y Guadiana en la operación cicatriz, además ahí se le dio voz a los que les han vendido tierras y derechos de agua a esos empresarios y que ahora pretenden volver al pasado, sembrando ahora sí dudas e incertidumbre sobre la estabilidad y las condiciones que habrá para las actividades productivas.
Ir a prender un cerillo en el campo lagunero no es cualquier cosa, confrontar y generar inquietud en un sector empresarial de tanta importancia es igualmente irresponsable. Pero Guadiana no tiene ni el conocimiento sobre lo que ahí se ha vivido y se vive, ni la sensibilidad y prudencia para hacer las cosas de otra manera, y sin embargo es el que está reconocido y respaldado como el personaje más cercano a López Obrador.
Las cosas no acaban ahí, según versiones Guadiana, y su brazo derecho Reyes Flores Hurtado, habilitado como «Coordinador Federal» en Coahuila, parece ya se dieron cuenta que con el esquema planteado para las dependencias federales en el siguiente sexenio no tendrán mucho margen de operación, y andan ofreciendo puestos en donde creen que sí podrán influir, al grado de que ya hasta están entrevistando prospectos para Magistrados del Tribunal Electoral, que serán designados por el Senado.
En esta semana Guadiana ha publicitado mucho una aparente reunión con el futuro director de la CFE, Manuel Bartlett, afirman que para analizar el tema de la proveeduría del carbón a la Comisión y garantizar se beneficie también a pequeños y medianos productores.
En congruencia con el discurso de honestidad y trasparencia que ha abanderado López Obrador, tendría Armando Guadiana que hacer públicos sus intereses en ese sector, su familia y él son empresarios vinculados a la minería del carbón, son productores y han actuado como intermediarios entre CFE y otros empresarios más pequeños.
Para evitar suspicacias y ser congruentes, que pongan sobre la mesa lo que están planteando y buscan realmente conseguir en esos acercamientos con Bartlett.
Otro que ya volvió a dar muestras de oportunismo es Evaristo Lenin Pérez Rivera, que ahora dice se opondrá «hasta con la vida si es necesario», a que se recurra al fracking para el aprovechamiento de los yacimientos de gas en Coahuila. La vehemente postura del diputado electo, hasta hace un mes aliado del PAN, se da casualmente después de que en el mismo sentido se pronunció López Obrador.
Así es Lenin, tal vez ni el mismo se acuerda que en 2006, cuando por primera ocasión fue alcalde, encabezó una marcha durante tres días de Acuña a Piedras Negras para oponerse al muro fronterizo, que finalmente sí construyó el gobierno de George Bush, igual se rasgó las vestiduras y terminó bastante ampollado.
Meses más tarde Lenin y familiares allegados tuvieron problemas en cuestión migratoria con las autoridades de Estados Unidos, y resulta que hoy que el muro vuelve a ser noticia, lo mismo que los graves abusos contra mexicanos en aquél país, Pérez Rivera no ha dicho nada al respecto. Así estará el miedo que le tiene a Trump, pero ya encontró otro tema para sus posturas de mártir, jalar reflectores y buscar acercamiento con el nuevo grupo en el poder.
También Lenin ya buscó acercamiento con el alcalde electo de Piedras Negras, Claudio Bres Garza, al que hace unos meses boicoteó para que no fuera candidato del PAN a diputado y poder ser él.
Definitivamente Lenin y Bres son los políticos de oposición con más influencia en el norte de Coahuila, pero es Claudio el que lleva mano en su relación con López Obrador y MORENA, pues fue su candidato y operador, Pérez Rivera lo fue del PAN y Ricardo Anaya.
Si MORENA busca perfiles para consolidarse en el norte, Bres ofrece mayores garantías, es serio, estable y con activos políticos y sociales para sumar.
Ya veremos quien crece con el nuevo grupo.
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