“Encuentra a su madre colgada en el baño”. Este titular, publicado en un periódico de la localidad hace un par de días, me dejó pasmado. La mujer que se quitó la vida tenía tan solo 39 años de edad. Su hija, la que la encontró colgada, debe ser apenas una niña, o en el mejor de los casos, una adolescente.
Lo primero que me vino a la mente fue preguntarme ¿qué habrá sentido esta pequeña, al encontrar a su mamá en estas condiciones? ¿Qué va a ser de su vida? ¿Cómo podrá superar este terrible trauma?
Su mamá, la suicida, ya logró escapar de todos sus problemas, como lo consiguieron también los otros 60 suicidas consumados en lo que va del año tan solo en la región sureste de Coahuila.
Pero sus familiares, los que padecieron su muerte, esos nunca dejarán de sufrir.
El suicidio, ante todo, es un acto egoísta. Quien lo comete, termina con sus problemas, con sus temores, con su tristeza, con su angustia, con su soledad. Pero, en la mayoría de los casos, deja tras de sí a una familia con heridas de por vida.
Los especialistas en el tema, psicólogos y psiquiatras en su mayoría, coinciden en que el suicidio en un problema multifactorial de salud: la pobreza, desesperanza, falta de oportunidades y sentirse una carga para los demás.
Pero también, en ocasiones, es una forma de venganza, o simplemente un acto de escape ante una tormenta que se avecina.
Hace muchos años me tocó vivir el suicidio de un compañero de escuela. Ese día, Jorge tomó prestado el automóvil de su padre, un Mustang deportivo si no mal recuerdo. Por azares del destino, terminó estrellándose contra un poste, y prácticamente destrozó el vehículo.
Al llegar a su casa, le contó a su madre lo sucedido, y ésta le contestó: “ya verás cómo te va a ir, cuando llegue tu padre”. No me va a pasar nada, ya lo verás, le respondió éste.
Acto seguido, se dirigió a la alcoba de su padre, y tomó de ahí una pistola calibre 22. Se pegó un tiro en la cabeza. No murió de inmediato, pero si horas después. Su familia jamás se repuso del golpe. Si no mal recuerdo, el matrimonio de sus padres terminó posteriormente, y sus hermanas padecieron siempre su trágica muerte. Y todo por un automóvil chocado. No valía la pena, pero el temor que Jorge sintió ante la advertencia de su madre y el esperado regaño de su padre, aunado a quien sabe cuántas otras circunstancias más, lo llevó a tomar la fatal decisión.
En los últimos años en Saltillo y la región se han implementado un sinnúmero de programas y estrategias para prevenir el suicidio, pero ninguno ha funcionado. Las diferentes instancias de gobierno, hospitales, universidades, asociaciones civiles. Todos han intentado hacer algo, y todos han fracasado.
Mientras tanto, las cifras siguen aumentando, y las familias destruidas también.
LA ALEGRÍA, UN POSIBLE ANTÍDOTO
Quisiera decir que yo tengo la solución al problema, pero no, no la tengo. Lo único que puedo aportar son algunas reflexiones que leí recientemente, en el “Libro de la Alegría”, un texto que narra el encuentro en la India del Dalai Lama, líder espiritual de los budistas tibetanos, con el arzobispo de Sudáfrica, Desmond Tutu, para celebrar los 80 años del nacimiento del primero.
En este encuentro, que duró una semana, ambos líderes espirituales analizan a profundidad el tema de la alegría, y el cómo ese sentimiento es el que les permitió a ambos seguir adelante pese a enfrentar situaciones terribles en su vida. El Dalai, perdió su país ante la invasión de los chinos, y lleva casi 60 años viviendo en el exilio; Tutu, padeció y combatió el apartheid en su país, en medio de grandes sufrimientos. Ambos ganaron el Nobel de la Paz.
En éste libro, se expone que los seres humanos tenemos cuatro sentimientos primarios (y de ahí se derivan todos los demás): miedo, tristeza, ira, y alegría. Los tres primeros son sentimientos negativos. El único positivo, es la alegría, pero es éste precisamente el antídoto de los otros tres.
El suicidio está muy relacionado con el miedo (angustia, preocupación) y con la tristeza (depresión). Quienes padecen alguno de estos sentimientos, o ambos, corren el riesgo de cometerlo. Leer este libro pudiera serles de mucha utilidad. Ojalá lo hagan. No significa que ésta sea la solución, pero creo que si pudiera ayudar en algo. (FRANCISCO J. DE LA PEÑA)
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