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EDUARDO J. DE LA PEÑA

            Tal parece que algunos priistas siguen sin poder leer el momento actual. O siguen atados a esquemas obsoletos y grupismos o no han asimilado lo que les pasó en la elección y están aún paralizados.

Por ejemplo de los legisladores federales y locales, electos y en funciones, la mayoría no acudieron a la Sesión de Cabildo en que se conmemoró el aniversario de Saltillo.

Los senadores, ausentes desde hace meses, no estuvieron tampoco desde luego el miércoles. Tanto Hilda Flores Escalera como Tereso Medina Ramírez tienen sus intereses en alguna otra parte. De los diputados federales acudió Jorge Dávila Flores, que se prepara sin problemas para reincorporarse a la vida local, donde el sector privado lo espera y le abre espacios, pero no se hicieron presentes ni Armando Luna Canales ni Mario Mata Quintero, tampoco Fernando De Las Fuentes Hernández, con todo y que es ex alcalde, ni Martha Garay Cadena.

Y de los diputados locales acudieron Jaime Bueno Zertuche y Jesús Berino Granados, pero no Azucena Ramos ni Samuel Rodríguez.

De la dirigencia priista tampoco hubo presencia, ni Rigo Fuentes ni su Secretaria General Martha Loera.

El aniversario de la ciudad es importante, la entrega de la Presea Saltillo es un evento, además de tradicional, relevante en la vida de la comunidad, y circunstancialmente se presentaba como la primer oportunidad para que el priismo se mostrara públicamente unido al lado del gobernador Miguel Riquelme y del alcalde que acaba de lograr la reelección, Manolo Jiménez, quien además ostenta el logro de ser el único Presidente Municipal de una capital que tiene su origen en el PRI.

No, desde luego que no era un evento partidista, pero en un momento de aguas turbias e incertidumbre como el que se vive, lo menos que se puede hacer es superar celos y diferencias personales, mostrar unidad, apuntalar a las autoridades y a las instituciones. Más allá de afinidades o fobias personales, esas son las instituciones y en el gobernador y el alcalde recae el liderazgo.

Sí lo hicieron por ejemplo las cúpulas del sector privado, pues ahí estuvieron presentes los dirigentes de la mayoría de las Cámaras, expectantes sobre lo que pueda venir para Coahuila y México en el futuro inmediato.

De destacarse también la sensibilidad política de Miguel Riquelme, que además fue acompañado por varios funcionarios de su administración, y tal como lo hizo en la Sesión del primero de enero, cuando asumió el actual Cabildo, acudió ante la curul de cada regidor a saludarlo de mano.

Hacía tanto años que un gobernador no acudía a la conmemoración del evento de la ciudad, que para muchos la presencia de Riquelme fue más destacable que su discurso y sus anuncios para Saltillo, el rescate del Mirador, ese emblemático paseo que en 1977 construyó e inauguró Don Oscar Flores Tapia, y la construcción ahí de una torre y un centro cultural.

En su mensaje, Riquelme, además de refrendar su orgullo lagunero y su satisfacción de ser saltillense por adopción, hizo un llamado a conservar el ambiente de tranquilidad en que vive Saltillo, para que la ciudad mantenga su alta competitividad creciendo en estabilidad y paz social.

Manolo Jiménez se refirió a la oportunidad que tiene Saltillo como potencia nacional y convocó a avanzar unidos, mostrando su convicción de que «el viento está a nuestro favor».

De destacarse también, desde luego, las Preseas, y más que todo, el perfil y legado de los homenajeados. El nieto de uno de ellos, de Don Francisco Alanís, para quien se rindió homenaje post mortem, lo describió como un saltillense comprometido, y el calificativo vale por igual para la señora Graciela Garza Arocha, reconocida en vida, y también como institución para la Universidad Antonio Narro.

Don Paco Alanís fue además de un dedicado y exitoso empresario, un hombre influyente en nuestra comunidad, una influencia que ni construyó ni usó abusando y ejerciendo del poder, al contrario, con una actitud sensata, sin protagonismos, generosa y abierta. De permanente participación.

Don Francisco Alanís legó una empresa sólida, que desde hace años lleva el nombre de Saltillo por el mundo gracias a la calidad de sus productos, que ahora ha crecido con la visión y el empuje de su hijo Jorge y los hijos de este. Pero también es vigente el recuerdo de su participación en las mejores causas de la comunidad.

Tan merecido es también el reconocimiento para la señora Graciela Garza Arocha de Jaime, saltillense de adopción, que además de haber dado a la ciudad un restaurant que hoy es ya una institución y referente de Saltillo en todas partes, junto a su esposo, don Luis Jaime Tamayo, ha mantenido una presencia permanente en patronatos y organizaciones de la sociedad civil.

Un icono saltillense lo es sin duda la Universidad Antonio Narro, que como toda institución ha pasado desde luego por buenos y malos momentos, pero lo que trasciende es su aportación al sector productivo y agroalimentario en México.

Ha formado a decenas de generaciones de ingenieros que hoy aportan su esfuerzo y experiencia en muchos lugares del mundo, y que han participado en proyectos nacionales e internacionales de investigación que fortalecen la ciencia, la academia y la vida social y productiva.

Un acierto el fallo del jurado, validado por el Cabildo, al asignar las Preseas este año, y una excelente manera de conmemorar el Aniversario de Saltillo.

Autor

Eduardo De la Peña de León