María Herrera, la legendaria líder de colonias en Saltillo, murió este miércoles cuando era trasladada de su domicilio a un hospital para recibir atención médica, según trascendió en fuentes allegadas a su familia.
Con 81 años de edad, cumplidos hace un par de meses, María de Jesús Herrera Dávila, fue durante casi tres décadas la más influyente de las también llamadas lideresas, ahora «gestoras sociales», adheridas al PRI en Saltillo.
Tomó fuerza política a inicios de los años setenta y mantuvo su poder e influencia hasta casi finales del siglo pasado.
Por muchos años entre quienes aspiraban a una posición política la pregunta era obligada «¿ya fuiste a la tiznada?», y es que era requisito la visita a la cocina de María Herrera en la Colonia Mirador, al pie del Cerro del Pueblo, donde a la anfitriona le gustaba que se cocinara con leña, y el que ahí almorzaba salía «tiznado».
La casa, en donde vivió hasta este día María Herrera, tenía entrada principal por la calle Sixta Ruiz, y otra secundaria por Doctores, ahí se estacionaban los visitantes que pretendían pasar desapercibidos, pensando que nadie se enteraría de la visita que delataba sus aspiraciones, pero el truco ya era muy conocido y cuando se acercaba una elección había más ojos ahí que en cualquier otra parte.
Por ahí desfilaron aspirantes a gobernador, alcalde y diputados, y eventualmente algunos regresaban ya estando en el cargo, a corresponder al apoyo que se les dio en la elección, a resolver algún conflicto o plantear nuevas aspiraciones.
Al otro extremo de la ciudad, al oriente, tuvo su más sólido bastión de poder, la Colonia Zaragoza, donde se definieron varias elecciones municipales emblemáticas, como la primera que ganó el PAN con Rosendo Villarreal Dávila. En esa ocasión María Herrera
Con el tiempo surgieron en el PRI otras estrategias y métodos para organizar y controlar a lo que ahora se conoce como estructura, se diluyó el poder de las gestoras sociales, y personajes como María Herrera pasaron a un segundo plano y dejó de escucharse en las dependencias públicas el ronco grito que la identificaba «ah gente, en lugar de andar gatean», con el que cuestionaba la poca dignidad que mostraban algunos que acudían a pedir favores a los funcionarios.
Madre de nueve hijos, María Herrera heredó en varios de ellos las inquietudes de participación política y llegaron a ser candidatos a regidurías. Le sobreviven María de los Ángeles, Catalina, Margarita, José Guadalupe, Patricia, Lourdes, Laura, Sura y Roberto Morales Herrera.
Desde la noche de este miércoles en Capillas Renacimiento, de Funerales Martínez, son velados los restos de María de Jesús Herrera Dávila. (INFONOR)
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