JULIÁN PARRA IBARRA
Cambio de ‘chip’
Cuando Vicente Fox estaba a punto de dejar la Presidencia de la República después de la elección en la que resultó triunfador Felipe Calderón por apenas medio punto porcentual, en entrevista con una cadena televisiva estadounidense, palabras más, palabras menos, dijo: ‘Yo ya puedo decir cualquier tontería, total yo ya me voy’.
En realidad, las dijo todo su sexenio, y desde su campaña en la que se sentía muy cómodo como candidato y opositor, diciendo cualquier ocurrencia que se le viniera a la cabeza. Se dio vuelo prometiendo que iba a sacar al PRI de ‘Los Pinoles’, y que con sus botas vaqueras aplastaría a todas las ‘tepocatas y a las víboras prietas’. A su principal adversario, el priista Francisco Labastida Ochoa se cansó de llamarlo ‘La vestida’ y le decía ‘Chaparrito, mariquita y mandilón’.
Prometió que en 15 minutos resolvería el conflicto zapatista en Chiapas, y que en durante su sexenio todos los mexicanos tendrían un vocho y un changarro. Desde esa trinchera, como candidato y desde la oposición, la gente le festejaba todo lo que hiciera o dijera. En uno de los eventos en el Auditorio Municipal de Torreón, cerró levantando su mano derecha haciendo la famosa ‘V’ de la victoria que pronosticaba iba a alcanzar el PAN, para enseguida decir lo que le tocaría al PRI al tiempo de doblar su dedo índice, dejando firme sólo el dedo medio. La gente enloqueció y le aplaudió y festejó a rabiar.
Cuando asumió el poder, Fox creyó que podría seguir haciendo lo mismo y que la gente se lo festejaría. De entrada, en la toma de posesión rompió con el protocolo agradeciendo a la Virgen de Guadalupe –cuyo estandarte tomó en sus manos-, así como a sus hijos Ana Cristina, Paulina, Vicente y Rodrigo Fox de la Concha. Pronto se dio cuenta que ya no podía seguir haciendo lo mismo, porque ahora no se trataba de decir chistines, sino de tomar decisiones, de enfrentar los problemas, de asumir responsabilidades. Eso nunca le gustó, de ahí su ‘¿Y yo por qué?’, cuando se le exigían soluciones.
El nuevo momento histórico que vive México, al menos por lo que se ha visto en estos primeros días, será diametralmente opuesto. Después del cierre de las campañas electorales, Andrés Manuel López Obrador parece haber entendido –y lo ha hecho-, que había que cambiar el ‘chip’ y el momento en el que debía de hacerlo. Sabe –o al menos es lo que ha mostrado hasta ahora-, que le queda muy claro que la contienda, la elección, la arena política quedaron atrás, cerradas. Que él ya no es más candidato ni opositor, que aún no es el Presidente electo de los mexicanos hasta en tanto el Tribunal no valide la elección y le entreguen su constancia de mayoría, pero que en las siguientes semanas lo hará, y ya asume la actitud que le corresponde como virtual Presidente.
Después de la noche del domingo en que los otros tres candidatos le reconocieron y felicitaron por su victoria, igual que lo hizo el presidente Peña Nieto y el Consejero Presidente del INE, Lorenzo Córdova, la actitud de Andrés Manuel cambió y qué bueno, porque México no necesita un Presidente belicoso que vaya caminando como carrito chocón, impactándose contra todo lo que se le ponga enfrente. Me parece que bien ha hecho desde su primer discurso, llamando a todos a la reconciliación nacional.
Ya no es el candidato belicoso que llamaba ‘Ricky Rickyn Canayin’ a su oponente Ricardo Anaya, ya no se expresó de Carlos Salinas de Gortari como el jefe de la ‘Mafia del poder’, ni se refirió a los empresarios como ‘una minoría rapaz’. Se entrevistó con el presidente Peña Nieto en Palacio Nacional, tuvo un encuentro con la cúpula empresarial del país y agradeció los mensajes de felicitación de los expresidentes Salinas de Gortari, Vicente Fox y Felipe Calderón, de quienes, dijo, lo habían tratado con mucho respeto.
Tatiana Clouhtier, su poderosa e inteligente coordinadora de campaña, hizo un llamado a los militantes y seguidores de Andrés Manuel –más que de Morena-, a ser humildes ante la victoria y pidió que le ‘bajaran dos rayitas’. Ojalá que ese llamado a la reconciliación y la humildad, empiece a permear hasta la base, donde muchos siguen empeñados en mantener la guerra de agresiones e insultos.
Más allá de si era o no nuestro favorito, de considerar que sea o no la mejor opción para nuestro país, lo cierto es que Andrés Manuel López Obrador será el próximo presidente de la República, y este nuestro México nos necesita a todos. Un solo hombre no va a cambiar al país, se eligió Presidente la República no a un mago que llegue con una varita y cambie todo en un instante. Es más, ni siquiera los graves, grandes y añejos problemas del país se van a resolver en un sexenio, y menos si como mexicanos no vamos unidos.
No conozco a un solo mexicano, bien nacido, que no quiera lo mejor para este país; no sé de un solo mexicano, bien nacido, que desee que a nuestra patria le vaya mal.
@JulianParraIba
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