Por Holger Schmidt
San Petersburgo.- Suecia completó este martes su sorprendente clasificación para los cuartos de final del Mundial al ganar 1-0 a Suiza en un partido en el que evidenció su fortaleza física y mental para volver a soñar a lo grande.
Un afortunado gol de Emil Forsberg a los 66 minutos fue suficiente para decidir el pase de Suecia, que se medirá en la siguiente ronda al vencedor del Colombia-Inglaterra, que se juega a continuación.
Suecia alcanzó las semifinales del Mundial de 1994 y desde entonces jugó sólo dos Mundiales, cayendo en ambos en la fase de grupos. Y eso que contó con enormes jugadores como Zlatan Ibrahimovic, Henrik Larsson o Freddie Ljunberg.
Ahora, sin ninguna estrella de primer nivel, vuelve a imaginar la grandeza. Y nadie podrá decir que le regalaron nada, pues en la fase de grupos acabó por delante de México y de Alemania, sin ir más lejos.
La primera parte, como en realidad todo el partido, fue puro despliegue físico. Cierto es que faltó calidad técnica, pero ambas selecciones hicieron honor a las virtudes que lucieron antes para llegar a las eliminatorias: valentía, arrojo e intensidad.
Hubo oportunidades principalmente para Suecia y la primera fue para Marcus Berg, quien remató fuera cuando lo tenía todo a favor. Después lo intentó Albil Ekdal, con idéntico destino. Y sería de nuevo Berg quien probaría a los 28 minutos las cualidades de Yann Sommer, espléndido para sacar un balón lleno de peligro.
No fue hasta el último tramo de la primera parte cuando Suiza enseñó sus garras, con un disparo de Blerim Dzemaili que se fue lejos. Suecia respondió casi de inmediato con una ocasión de Ekdal que malogró cuando ya se gritaba el gol en la grada. Con mejores sensaciones se marchó Suecia al descanso.
La segunda parte se inició bajo idénticas premisas, siempre con Suecia más cerca del gol que su rival simplemente por su capacidad para llegar con más jugadores al área contraria. Sólo le faltaba la efectividad, y ésta llegó a los 66 minutos.
Fue entonces cuando Forsberg trazó una diagonal hacia la frontal del área y su disparo potente salió muy centrado, pero con la fortuna de que tocó en el defensor suizo Manuel Akanji para sorprender a Sommer cuando éste se disponía a apresar la pelota. Un tanto para la gloria.
A pesar de la fortuna de su gol, Suecia encontró el premio que merecía. Y tuvo una gran virtud: no encerrarse atrás para proteger la mínima y valiosa renta. Siguió dificultando la salida de balón de Suiza, que no encontró la forma de llegar con cierta claridad al área enemiga.
Suiza acudió, cómo no, a la jugada de saque de esquina para tener su mejor ocasión en un remate de Embolo que sacó Forsberg bajo palos. Eran los mejores momentos de la selección helvética, obligada a arriesgar para ir al menos a la prórroga.
Pero la realidad es que no tuvo la suficiente destreza como para crear siquiera grandes ocasiones y Suecia acabó celebrando un acontecimiento histórico, un pase que lo sitúa donde no pensaba siquiera hace tres semanas: entre las ocho mejores selecciones del mundo. (DPA)
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