JULIÁN PARRA IBARRA
Panorama incierto
A prácticamente una semana de que realice una de las elecciones más complejas en la historia moderna del país, el panorama que enfrenta en el contexto nacional el Partido Revolucionario Institucional no es nada halagador, porque todo apunta a que –otra vez como en el 2006- pasará a ocupar el frío sótano; aunque, a diferencia de entonces, fueron necesarias dos elecciones, la del 2000 cuando Francisco Labastida perdió por primera vez una elección presidencial para un candidato priista, y la de 2006 en que Roberto Madrazo los hundió hasta la tercera posición aún por debajo del PRD. En esta ocasión está en riesgo de pasar de la Presidencia hasta el tercer lugar
Por eso quizá se podría entender la furia con que ‘el sistema’ ha echado la caballería encima al candidato panista Ricardo Anaya para bajarlo de la segunda posición, aunque ‘El cerillo’ –la verdad- ha aportado muchísimo para convertirse en el blanco de muchos. El PRI no quiere irse al frío sótano y lucha desesperadamente buscando de dónde asirse para salir a la superficie y tomar una bocanada de oxígeno.
En una encuesta realizada hace apenas unos días por la Coparmex –y mire que los empresarios no están precisamente muy complacidos con la idea de que la presidencial pudiera ser ganada por Andrés Manuel López Obrador-, ubican al candidato de Morena en un primerísimo lugar haciéndole 2-1 a Ricardo Anaya, y poco más del 3-1 a José Antonio Meade.
De acuerdo con esa medición, de las gubernaturas que están en juego, solamente le dan posibilidades en Yucatán, donde su candidato Mauricio Sahui tiene casi cinco puntos de ventaja sobre el panista Mauricio Vila y el morenista Joaquín ‘Huacho’ Díaz que entre ellos traen un empate técnico.
De ahí en más, en la CDMX dan como virtual ganadora a la morenista Claudia Shienbaum; en Guanajuato al panista Diego Sinhue Rodríguez; en Jalisco a Enrique Alfaro, de Movimiento Ciudadano; en Morelos al morenista Cuauhtémoc Blanco; en Puebla al morenista Miguel Barbosa; en Tabasco al morenista Adán Augusto López; y en Veracruz un empate técnico entre el panista Miguel Ángel Yunes Márquez –hijo del actual gobernador, Miguel Ángel Yunes Linares- y el morenista Cuitláhuac García.
En el Congreso de la Unión la proyección es que alcanzarían 22 asientos de 128 en el Senado, y apenas 94 de 500 lugares en la Cámara de Diputados.
Sobre las espaldas del actual candidato presidencial priista, José Antonio Meade Kuribreña, parecen descansar todos los años de gobiernos priistas y del mal papel de gobernadores tricolores sobre todo de los años recientes, los Duartes, los Borges, los Medinas, etcétera; y también sobre sus espaldas está cargando el enfado y el ‘mal humor social’ al que se refirió el presidente Peña Nieto, luego de la terrible decepción de la actual administración que había significado el regreso del PRI a Los Pinos.
Meade Kuribreña ha transitado nadando a contracorriente todo el camino desde su designación como ‘candidato ciudadano’ con el que los neopriistas quisieron o intentaron encajarlo en el ánimo de los ciudadanos, y que después el ala dura trató de enmendarle el camino porque no lograban instalarlo ni en el ánimo de la base priista.
Incluso ha tenido que ser el ‘pararrayos’ de los ataques lanzados contra Andrés Manuel López Obrador, y que la masa se los regresa no al candidato, sino a toda la historia de gobiernos priistas, del cual José Antonio Meade es el depositario en estos momentos.
El reto a unos cuantos pasos de llegar al momento crucial es no terminar en la tercera posición porque eso podría significar -ahora sí- la muerte del PRI, misma que le fue decretada tras las elecciones de 2006, pero de ese difícil momento logró levantarse hasta situarse de regreso en Los Pinos, sólo para reencender el enojo ciudadano, ahora más potenciado.
Terminar en la segunda posición parece ser la meta, pero otra de ellas debe ser también evitar que el próximo presidente tenga la mayoría en las cámaras de diputados para no concentrar todo el poder en un solo partido, lo cual resultaría sumamente peligroso si no se logra que haya contrapesos entre los poderes legislativo y ejecutivo.
El panorama no es muy halagador para los priistas en esta que es llamada la más grande elección de los tiempos recientes, porque además hay nueve gubernaturas concurrentes, amén de alcaldías y congresos locales, en la mayoría de las cuales, también están en posiciones nada cómodas. Ya veremos.
@JulianParraIba
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