EL LEGADO DEL DIABLO

 VÍCTOR BÓRQUEZ NÚÑEZ 

 Brillante debut del director en el dominio del relato terrorífico. Su película alcanza momentos notables y rememora los grandes clásicos de los años 60, 70 y 80, dignificando un género que cada vez que agoniza se reinventa, alcanzando piezas tan relevantes como ésta, de obligada revisión por parte de los cinéfilos

 Esta estupenda película, completamente atípica en el cine de terror actual, nos recuerda de inmediato piezas maestras de ese género como la notable “El bebé de Rosemary”, de Roman Polanski, “El Exorcista”, de William Friedkin, “La Profecía”, de Richard Donner y “El Resplandor”, de Stanley Kubrick, no porque sean semejantes en su concepto visual, sino porque comparte con ellas un aliento perturbador y una forma de narrar decididamente en contra de la corriente del cine comercial que nos agobia.

Este filme es lo que se podría denominar como cine artístico de terror y tiene además dos méritos adicionales a su brillante puesta en imágenes: actuaciones sobresalientes donde destaca la poco aprovechada actriz Toni Collette (que oficia demás como productora) y una banda sonora por lejos dentro de las mejores de los últimos tiempos para este tipo de películas.

“El legado del diablo” es, a no dudarlo, una pieza clave en la evolución del cine de terror contemporáneo y no resulta una exageración plantear que se trata de la reivindicación de un género que no siempre es respetado en su esencia, y alcanza el mismo aliento perturbador que “La Bruja”, la poderosa reflexión sobre lo diabólico del director Robert Eggers.

Lo más interesante y prometedor es que este filme es la ópera prima del joven guionista y director Ari Aster (aclamada en el último Festival de Sundance), posee elementos cinematográficos que dan cuenta de la inteligente concepción que tuvo su creador: posee una puesta en escena brillante, cada uno de los personajes alcanza profundidad psicológica y evita todo aquello que suele ahogar los filmes de terror en estos días, es decir, no uso en ningún momento efectos especiales exagerados ni tampoco incorpora el impacto efímero o los efectismos burdos.

Con un calculado metraje que alcanza las dos horas, el filme desarrolla en la primera parte un drama familiar que se inicia con el funeral de la madre de la protagonista, centrándose en la descripción minuciosa de la rutina de un matrimonio integrado por Annie Graham (Toni Collette, insistimos que está extraordinaria), una diseñadora de objetos en miniatura para galerías de arte, y Steve (Gabriel Byrne), un terapeuta que solo puede entender las explicaciones racionales y científicas, un tipo casi inexpresivo y distante, y sus dos hijos: el adolescente Peter (Alex Wolff), que resulta un ave rara en el colegio secundario, y la más pequeña y extraña Charlie (Milly Shapiro), que carga con unos cuantos traumas.

Cuando muere la madre de Annie, descubrimos que ella había sido una especie de matriarca de las ciencias ocultas y cuya presencia parece adherida a los muros de la casa. A partir de su defunción, empezarán a manifestarse una serie de situaciones completamente inexplicables, sobrenaturales, que ponen en entredicho la cordura de la protagonista y los sucesos se vuelven cada vez más intensos e inquietantes.

Aquí es donde este filme levanta vuelo, porque “El legado del diablo” emplea recursos característicos de los clásicos del género ya mencionados, llegando incluso a tomar elementos de “Sexto sentido” (el modélico film de M. Night Shyamalan, en donde también estaba la actriz Toni Colette) y se aleja –por fortuna para el espectador educado- de la tendencia actual donde todo es sadismo, agresión visual y gore.

Los escasos momentos en que los espectadores son sorprendidos con efectos bien dosificados están muy bien ubicados en el tramo final, haciendo que todos los aparentes cabos sueltos que existían encajen, conformando un cuadro aterrador del destino de la familia.

Desde luego que un filme como “El legado del diablo” puede desconcertar precisamente a quienes buscan más acción habitual y resulte un poco lenta y ardua, no obstante se disfruta de principio a fin cuando el espectador comprende que se enfrenta a nuevos caminos dentro del siempre vigente género de terror y que este filme resulta, lejos, uno de los mejores exponentes de esa tendencia y uno de los grandes estrenos de este primer semestre.

De todos modos, una cinta esencial que debe repasarse con tranquilidad para descubrir los inteligentes elementos que posee en su estructura dramática y visual.

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El Heraldo de Saltillo
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