SAN DIEGO. A Nadia le tomó meses llegar a la frontera estadunidense en busca de asilo, tras lograr escapar del horror de su país natal en Centroamérica, donde pandilleros trataron de abusar de ella. Pero, esta menor de edad no se esperaba que la pesadilla iba a continuar tras caer en manos de oficiales de migración estadunidenses, publicó Excelsior.
Fue detenida y separada de otros niños con los que había viajado desde Centroamérica, y se encontró con que una oficial ignoró el acta de nacimiento que presentó la menor en edad. La agente intentó en varias ocasiones obtener información necesaria para deportarla.
“Si no me dices la verdad, ahorita vas a ser la esposa de ese agente”, le advirtió la oficial, a la que acompañaba un agente negro.
La menor mantuvo su versión y entonces la oficial salió del cuarto, el agente se acercó a la menor y le ordenó desvestirse, luego le tocó el cuerpo, pero no sus partes genitales, mientras le exigía que dijera “la verdad” sobre su edad y de dónde venía.
El hombre permaneció frente a la menor y reía durante unos cinco minutos antes de dejarla que se vistiera de nuevo. Esta menor tuvo suerte. A otras, como una menor de 16 años también centroamericana, las desvistieron y les tocaron sus partes genitales tan fuerte que provocaban gritos.
Son casos que documentó la Clínica Internacional de Derechos Humanos de la escuela de Derecho de la Universidad de Chicago, en una investigación conjunta con la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU). Las dos organizaciones consiguieron unas 30 mil páginas de documentos que incluyen numerosos testimonios.
ATROCIDADES
Por su edad, los menores legalmente no pueden ser identificados, mucho menos publicarse sus nombres, pero las dos organizaciones legales pueden defender a los inmigrantes menores que llegaron a la frontera, en su mayoría sin compañía de adultos, para huir de la violencia en sus países.
Los casos que incluyen esos documentos mencionan, entre otras faltas de negligencia y abuso, “amenazas de violación y muerte a los niños, privar a los menores de alimentos, agua y mantenerlos en lugares con temperaturas congelantes e insalubres”.
También “que a los niños les disparan con armas paralizantes de descargas eléctricas, o les pegan varias veces en la cabeza”.
En un caso en particular, se reportó que un patrullero fronterizo atropelló con un vehículo a un menor, de 17 años de edad, y después fue a golpearlo
La ACLU, la mayor organización civil legal en Estados Unidos, advirtió que esos abusos se cometen contra inmigrantes por demás vulnerables: niños solos, sin compañía de adultos, que llegan hasta la frontera de Estados Unidos en busca de asilo al huir de la violencia en sus lugares de origen.
Este reporte es el más reciente cuestionamiento a la política migratoria estadunidense en la frontera. Se da a conocer cuando al mismo tiempo se han reportado cientos de casos de separación de madres e hijos, incluidos bebés en edad de alimentarse del pecho de su madre. Alex Mensing, el coordinador de la caravana anual de centroamericanos a la frontera en busca de asilo, dijo a Excélsior que van más de 700 casos de separación de madres e hijos pequeños, en una aparente estrategia de persuadir que se detenga la migración de familias que huyen de la violencia a buscar asilo en la frontera estadunidense.
TRAUMAS
Mensing también presentó documentos legales que dice que tanto las madres como los niños al llegar a la frontera “ya se encuentran traumatizados por haber tenido que dejar sus hogares en cosa de minutos por salvar sus vidas” y al llegar a Estados Unidos “son separados de sus madres”.
Los documentos dicen que los pequeños sufren “tensión sicológica, ansiedad y depresión en cuanto son separados de sus madres” y en menos número de sus padres. A las condiciones traumáticas de menores que huyen de la violencia se suma la política de la administración del presidente Donald Trump. Este mes al oficializar en San Diego que los niños y madres indocumentados –que busquen asilo—serán separados, el porcurador Jeff Sessions advirtió que padres y madres que busquen asilo con sus hijos podrían enfrentar cargos por “tráfico de personas”, es decir, por “traficar” a sus propios hijos. La implementación de esa política surge en medio de una controversia porque el gobierno de Estados Unidos desconoce el paradero y las condiciones en que se encuentran unos mil 500 menores que llegaron principalmente de Centroamérica sin compañía de adultos.
Un funcionario del Departamento de Salud, al que se le encargó que viera por unos siete mil 635 niños migrantes, dijo en audiencia ante el Senado que su institución desconoce dónde se encuentran mil 475 de esos menores.
Unos de esos menores llegaron solos y otros fueron separados de sus padres, pero ambos fueron entregados para cuidados a otras personas, y a casi mil 500 se les perdió el rastro. (EXCELSIOR)
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