LÁSTIMA, SON PATÉTICOS

TERESA GURZA 

Leí con sorpresa comentarios alabando la “congruencia y honestidad” de Margarita Zavala, por haber renunciado a seguir con una candidatura que estaba en el hoyo y nadie pelaba.

En todas partes y durante semanas, ella aseguró que no se bajaría porque era la única honesta y congruente; la única, que buscaba el interés de México y no el personal, etc.

Curioso que haya usado esas mismas palabras, para decir adiós alardeando que su acción deja en libertad a sus colaboradores, para votar por quien quieran.

Frases que solo muestran costumbre al trato servil, y no a las relaciones democráticas entre personas libres que no necesitan permiso para ejercer derechos.

Ya nos salvamos de ella y ahora debe devolver los recursos públicos, que inútilmente se le dieron.

Pero de los cinco que teníamos, todavía nos quedan cuatro… de los que no se hace, ni uno.

Cuatro que, junto a sus partidos y el carísimo INE, están desperdiciando casi 25 mil millones de pesos; mientras 52 millones de mexicanos carecen de lo más necesario.

Me produce indignación y vergüenza, ese gasto escandaloso en un país de pobres.

Y tristeza que con tanta gente valiosa que tenemos, los candidatos sean esos cuatro de cuestionado pasado y patético desempeño, como confirmó el último debate.

En el que estuvieron lejos de hablar de México ante el mundo; porque sus estrechas miras, solo les alcanzaron para frases comunes contra el del copete anaranjado y expresiones chabacanas, sobre mexicanos emigrados; mientras el muro de Trump crece en la frontera de Juárez.

Y hablando de vergüenzas nacionales, a diario saltan otras ilegalidades cometidas por miembros de un gobierno que, aunque parezca increíble, mantiene esperanzas de llevar a la silla a su tibio, solemne y maquilladísimo abanderado; que inútilmente ha pedido que lo hagan suyo y que esta semana rogó a los empresarios, “Échenme una mano”; sabiendo que si sale, deberá entregarles la mano, y lo que sigue.

La semana pasada nos enteramos de los miles de millones dilapidados en la promoción del doctor Narro y de Aurelio Nuño, titulares de Salud y de Educación; dependencia que en seis años ha cumplido apenitas el 37 por ciento en la dotación de bebederos; y eso que están obligados por el pomposo Programa Nacional de Bebederos, que es parte de la reforma educativa y del combate a la obesidad infantil.

Y al empezar esta semana, nuevamente el periódico Reforma informó de más gastos oficiales, que perjudican a los más pobres.

Una nota del día 19, firmada por Belén Rodríguez, denuncia que el recorte presupuestal a la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) el año pasado, “no la limitó para seguir gastando en promoción…»

Y que según datos de la Cuenta Pública de 2017, gastó 18 veces más de lo aprobado por el Congreso en difusión; y de 32 millones de pesos, pasó a 630,

Lo peor es que para hacerse propaganda, se agandalló el 88 por ciento de los recursos asignados a programas sociales; desviando 370 millones, que originalmente eran para financiar proyectos productivos para mexicanos en condición de pobreza.

En resumen, la Dirección General de Políticas Sociales destinó a sus programas menos del 78 por ciento de lo aprobado; y la Oficina de Comunicación Social pagó en publicidad, mil 823 por ciento más de lo permitido.

En el mismo diario, Natalia Vitela consigna que el doctor Luis Miguel Gutiérrez Robledo, director del Instituto Nacional de Geriatría (INGer), llamó a afrontar la falta de medicamentos, infraestructura y camas para atender a la tercera edad; precisando que menos de la tercera parte de los 600 geriatras que hay en el país, trabaja en el sector público.

Y Pablo Kuri, subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, dijo que “sólo hay 168 consultorios de geriatría y 166 camas de hospitalización… situación grave, porque dos tercios de las hospitalizaciones de ancianos podrían evitarse con una adecuada atención”

Por ejemplo los viejos que se rompen las caderas, en el mejor de los casos son inmovilizados “hasta que hay tiempo quirúrgico, y se consigue la prótesis…”; en lo que pasan semanas “y a la hora que queremos rehabilitarlos, ya es imposible».

¿Vieron ustedes la «boda real»?

Lo que más me gustó fue ver al abuelo del novio, Felipe de Edimburgo, a los 96 años de edad y a las seis semanas de haber sido operado de la cadera, entrar a la capilla caminando girito y sin bastón.

¿Le hubiera ido igual, si fuera un mexicano pobre?

 

Autor

El Heraldo de Saltillo
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