Ginebra/Nueva York.- “De República Centroafricana a Sudán del Sur, de Siria a Afganistán, los ataques contra niñas, niños y adolescentes en situaciones de conflicto han continuado de manera incesante durante los cuatro primeros meses del año.
«Con escaso remordimiento, y aún menos responsabilidad, las partes en conflicto siguen ignorando de manera flagrante una de las reglas más básicas de la guerra: La protección de la niñez y la adolescencia.
«No se ha vetado ningún método de guerra, por muy letal que fuera para la infancia: Han sido habituales los ataques indiscriminados contra escuelas, hospitales y otras infraestructuras civiles; los secuestros, el reclutamiento infantil, los asedios, los abusos en las detenciones y la negación de asistencia humanitaria.
«En Yemen, por ejemplo, 220 niños han sido presuntamente asesinados y más de 330 han resultado heridos a causa del conflicto desde comienzos de este año. Cerca de 4.3 millones de niños están en estos momentos en riesgo de inanición, un 24% más que en 2017. Un brote de cólera y de diarrea acuosa aguda que mató a más de 400 niños menores de cinco años el año pasado, amenaza con cobrarse más vidas, ahora que comienza la temporada de lluvias y las condiciones higiénicas empeoran rápidamente.
«En Siria, las esperanzas de acuerdos de paz siguen siendo escasas. Durante los tres primeros meses de 2018 se han verificado más de 70 ataques contra hospitales e instalaciones sanitarias, ataques que han privado a los niños, a las niñas y a sus familias, de servicios médicos vitales. Desde el comienzo del conflicto, más de 300 instalaciones educativas han recibido ataques. Unos 5.3 millones de niños se han convertido en desplazados internos o refugiados, y cerca de 850,000 continúan viviendo en zonas bajo asedio o de difícil acceso.
«Más de 400,000 niños rohingya refugiados en Bangladesh, que sobrevivieron a las recientes atrocidades cometidas en Myanmar, necesitan ayuda humanitaria. A medida que la temporada del monzón se aproxima, el riesgo de cólera y otras enfermedades transmitidas por el agua es mayor que nunca.
«En Sudán del Sur, el primer país que visité como Directora Ejecutiva de UNICEF, al menos 2.6 millones de niños se han visto forzados a huir de sus casas. Más de un millón de niños sufren desnutrición aguda, 250,000 en su forma severa, lo cual les pone en un mayor riesgo de morir. Aunque cerca de 600 niños han sido liberados de grupos armados en lo que va de año, unos 19,000 siguen sirviendo en las partes beligerantes como combatientes, mensajeros o cocineros; y siguen siendo utilizados como esclavos sexuales o como porteadores para trasladar y ocultar armas, y perpetrar secuestros.
«En Afganistán se ha informado de la muerte de más de 150 niños debido al conflicto durante los primeros tres meses del año, así como de 400 que han resultado heridos.
«En República Centroafricana, la reanudación de la violencia en los últimos meses ha forzado a casi 29,000 niños a huir de sus hogares. Esto ha dejado el número total de niños desplazados internos en cerca de 360,000. Más de 2 de cada 5 niños y niñas menores de cinco años sufren desnutrición crónica, y la tercera parte de los niños y niñas en edad escolar están actualmente fuera de la escuela.
«En todos estos países, y en muchos más, equipos comprometidos de UNICEF y sus aliados están haciendo todo lo que pueden para aliviar el sufrimiento de los más vulnerables, de quienes están separados de sus familias, aterrados y solos, de quienes están enfermando en los campos de refugiados densamente poblados, de quienes están migrando durante el monzón o durante las implacables temporadas de sequía, y de quienes están hambrientos.
«A pesar de la falta de fondos –sólo hemos recibido el 16% de los fondos necesarios para este año- seguimos firmemente comprometidos con aquellos que se encuentran en las condiciones más vulnerables. Estamos vacunándoles, tratándoles contra la desnutrición, enviándoles a la escuela, proporcionándoles servicios de protección y tratando de cubrir sus necesidades básicas.
«La ayuda humanitaria, por sí sola, no es suficiente. Los niños necesitan paz y protección en todo momento. Las reglas de la guerra prohíben que los civiles sean un objetivo, así como los ataques contra escuelas y hospitales, el uso, el reclutamiento y la detención ilegal de niños, y la privación de ayuda humanitaria. Cuando un conflicto estalla deben respetarse estas normas, y quienes las rompen deben responder por ello. Basta ya. Detengan los ataques contra los niños”. (UNICEF)
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