Este modelo educativo no aborda los cambios a nivel de infraestructura y recursos simbólicos de las instituciones educativas.
Aunque en la actualidad 25 por ciento de la oferta universitaria en América Latina es virtual, este aprendizaje es más lento y costoso de lo que se esperaba, así lo aseguró Inés Dussel, investigadora del Departamento de Investigaciones Educativas del Cinvestav, durante el Seminario Internacional Opciones y desafíos en México para las Instituciones de Educación Superior ante la Sociedad Digital”.
La investigadora mencionó que las tecnologías digitales se imaginan en el sector educativo como baratas, compactas y eficientes, dejando de lado que “el aprendizaje digital requiere, como el analógico, trabajo, tiempo, capital, recursos materiales y simbólicos, así como estructuras organizacionales que permitan procesos con cierta permanencia y estabilidad”.
Por otro lado, hizo referencia a que existe una marcada negligencia de los problemas que crean la nueva situación, no sólo lo que implican el costo y la reorganización de los sistemas productivos y organizacionales, sino también en los saberes requeridos para producir y hacer funcionar estos nuevos objetos.
Indicó que se habla poco de la fragilidad o precariedad de los sistemas informáticos y de su posible manipulación, por intereses difícilmente gobernables por la estructura política y económica actual cuya extensión los hace mucho más vulnerable a ataques destructivos, “tal como se ve en el caso de Cambridge Analytica, estas son las nuevas guerras políticas y económicas digitales”.
Los estudios en línea prometen una experiencia ajustada a los intereses y ritmos de cada uno de los interesados, así como cursos hechos a la medida y con contenidos significativos. “Sin embargo las promesas pedagógicas de las nuevas plataformas no se cumplen. Por ejemplo, los cursos masivos como Khan Academy, es un conjunto de videos con lecciones memorísticas y tradicionales centradas en la información y poco interesadas en la compresión significativa, sin la mediación de otras figuras que ayuden a volver esos conceptos más cercanos y operativos en otros contextos”.
Inés Dussel aseguró que los cursos automatizados necesitan en algún momento tutores humanos altamente capacitados para resolver los problemas que el software no puede hacer. “La universidad no es una fábrica de conocimientos, es una institución que cumple funciones educativas específicas de formación de profesionales que contribuyan a un desarrollo económico, cultural y cívico del país”.
También mencionó que aunque este sistema educativo ofrece la democratización del acceso no se consideran los desafíos pedagógicos que se ponen en juego, así como el surgimiento de nuevas jerarquías y desigualdades que éste instala, “tenemos por un lado cada vez más sistemas automatizados para grandes masas de la población y propuestas más complejas y sofisticadas e individualizadas para quien puede pagar más”.
Aunado a esto, la especialista explicó que en este modelo educativo tampoco aborda los costos humanos y materiales para las nuevas formas de trabajo, ya que por un lado pareciera que se ahorra tiempo con la automatización pero no queda claro cuál es la función de los profesores. (CINVESTAV)
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