En una rueda de prensa en Ginebra, el enviado especial para Siria, Jan Egeland, ha advertido que, aunque la gente pueda pensar lo contrario, el conflicto está lejos de acabar.
“Tenemos financiados tan sólo el 23 % de los programas humanitarios y estamos ya en mayo”, explicó Egeland, que destacó que “no hay dinero disponible para los actores humanitarios” cuando “gente desesperada y exhausta está llegando a diario a Idlib”.
Ante esa situación, llamó a los países a que no cesen su apoyo “antes de que termine el maratón de sufrimiento”.
Acceso a la población
Durante la guerra en Siria, miles de personas se han visto recluidas en zonas a las que la ayuda humanitaria llegaba con dificultad.
Hace un año, más de 4,6 de personas vivían en áreas de difícil acceso y 625.000 en zonas sitiadas; hoy, son dos millones y 11.000 personas, respectivamente. Este gran descenso no se ha producido porque la guerra esté llegando a su fin, sino debido a las operaciones militares que se han realizado sobre el terreno.
“Resulta positivo que haya menos gente viviendo en áreas sitiadas, pero cuando esto se consigue a costa de horribles batallas y acuerdos hechos por pequeños grupos de políticos y militares, a menudo las preocupaciones humanitarias se pierden”.
Aún quedan tres áreas sitiadas en Idlib y el antiguo campo de refugiados palestinos en Yarmook, cerca Damasco, adonde continuamente llegan desplazados.
Un transvase de refugiados
Según la Oficina de la Organización para la Coordinación de Asuntos Humanitarios, los desplazamientos en determinadas áreas de Siria continúan siendo tan numerosos como al principio de la crisis. De hecho, se estima que por cada persona que regresa voluntariamente a su hogar, tres se desplazan de nuevo.
La situación resulta inquietante en zonas como Afrín, el antiguo bastión de ISIS en Al Raqa, Guta Oriental, a las afueras de Damasco, y Yarmouk, en el sur de la capital, donde las Naciones Unidas tienen acceso restringido.
No obstante, Egeland indica que “la preocupación número uno” es Idlib, la localidad que ya alberga dos millones de civiles y a la que están llegando miles de personas a diario, procedentes de Guta Oriental, Yarmouk, Homs y otras partes del país.
“La gente está viviendo al aire libre, en campamentos de desplazados congestionados… hacinados en centros colectivos”, indicó.
Además, Egeland mostró su preocupación por las 40.000 personas que viven en campamentos cerca de Guta Oriental, donde se ha reportado que los civiles carecen de libertad de movimiento, especialmente los hombres de 16 a 65 años.
Los sistemas para evitar la superposición de los combates
El enviado defendió el sistema que emplean las Naciones Unidas para comunicar a las partes beligerantes la localización de los emplazamientos humanitarios.
Más de 660 de estos lugares han pedido a la Organización que transmita sus coordinadas a los Estados Miembros que tengan contingentes operando en Siria. Asimismo, más de 500 de estas solicitudes han tenido lugar este año. (ONU NOTICIAS)
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