“Hoy sabemos que no debemos construir plantas nucleares en zonas costeras con peligro de tornados, maremotos o sismos”
A 32 años del accidente de la planta nuclear de Chernóbil —la cual explotó durante una prueba de rutina y contaminó parte de la entonces Unión Soviética y algunos países de Europa— persisten los estragos. Al menos tendrán que pasar 180 años más para que sus alrededores sean habitables y cientos de años para que la zona cero pueda limpiarse completamente.
Era la madrugada del 26 de abril de 1986, justo a la 1:23 am cuando explotó el reactor número 4. Epifanio Cruz Zaragoza, investigador del Instituto de Ciencias Nucleares recordó para UNAM Global que aquél funcionaban con grafito, material inflamable detonante de incendios.
Durante la prueba, la potencia bajó más de lo permitido por los manuales de seguridad nuclear, y cuando pasó el límite de tiempo para aumentarla, las barras moderadoras de neutrones que impiden se produzca más energía debieron bajar, pero fueron retiradas en 20 segundos y volvieron inestable al reactor.
Este brevísimo tiempo bastó para llegar a la excursión de reactividad, que es un término usado por los científicos cuando ocurre un aumento accidental de las reacciones nucleares en cadena en un reactor y es imposible detenerla. Así, se produjo un rápido aumento de calor que dañó al combustible nuclear, y partículas muy calientes reaccionaron con el agua y provocaron una explosión del vapor.
Primero explotaron las tuberías, luego se voló el techo del reactor y se inició un incendio del grafito que duró 10 días y se fundió el núcleo. La contaminación llegó a la atmósfera y el viento se encargó de diseminarla en diferentes regiones. Se afectaron zonas aledañas ubicadas en Ucrania, Bielorrusia y Rusia, además de algunos países de Europa.
A pesar de que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) especifica en sus convenios internacionales de seguridad nuclear que cada país firmante tiene la obligación de informar sobre accidentes en su territorio, la entonces Unión Soviética no advirtió el incidente hasta después de que Europa identificó la fuga de radiación.
Fue entonces que las autoridades evacuaron a una población de 118 mil personas y se tardaron día y medio, es decir, 36 horas. Conforme pasaron los días se evacuaron 220 mil, en total, fueron 338 mil individuos.
A través de un estudio, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estimó alrededor de cuatro mil muertes en cinco años. No obstante, es muy difícil corroborar el dato porque padecer cáncer podría ser por varias razones, ya sea hereditario, por el medio ambiente y costumbres de vida o debido a las consecuencias de Chernóbil, enfatizó el profesor universitario.
Para detener el problema, en tiempo récord se armó un sarcófago de concreto que tapó la planta y evitó se esparciera aún más la radiación. Años más tarde, durante una reunión de la Agencia Internacional de Energía Atómica en Viena, se habló de los problemas que presentaba el sarcófago y así se realizó un proyecto para un nuevo domo.
A fines de 2017, se terminó el domo y será colocado sobre el sarcófago anterior. La nueva bóveda es del tamaño de un estadio de fútbol, está asentado sobre rieles especiales y se moverá hacia la misma área del reactor accidentado. Los trabajos de instalación concluirán este año, pero su construcción duró alrededor de dos décadas, añadió Cruz Zaragoza.
Funcionará por 100 años y es capaz de soportar 42 grados centígrados bajo cero y hasta 45 grados de calor. Es estable y está hecho de acero inoxidable, mucho más resistente que el anterior.
Lo aprendido
De acuerdo con el académico, la humanidad aprendió mucho sobre este accidente. Por ejemplo, es muy importante no dejar pasar tiempo para evacuar, entre más rápido se alejen del accidente el peligro y los efectos serán menores.
“Hoy sabemos que no debemos construir plantas nucleares en zonas costeras con peligro de tornados, maremotos o sismos”. Además, es fundamental evaluar los sistemas tanto del suelo como del medio ambiente, incluso de las poblaciones más cercanas.
Tampoco debe construirse en países o regiones que puedan ser blancos de ataques cibernéticos o terroristas, y debe incrementarse la seguridad en los sistemas electrónicos encargados de la operación.
Todos los equipos de manipulación deben estar en buenas condiciones y en revisión constante, e incluso, el operario debe estar en sus cinco sentidos, enfatizó el docente universitario.
Cruz Zaragoza señaló que una de las tendencias actuales que mejoran la seguridad es usar el material torio en vez de uranio para alimentar las plantas nucleares. “Es uno de los candidatos más apropiados al ser más económico, limpio y seguro porque no se pueden crear armas atómicas con él”.
Chernóbil hoy
Actualmente, se estima que 800 puntos alrededor del área de 30 kilómetros a la redonda está contaminada y debe tenerse mucho cuidado. Existen pocas personas que viven muy cerca pero monitorean su nivel de radiación casi a diario, además, tienen un control de la dosis a la que se exponen.
Los animales han regresado al área, como renos y zorros, la vegetación ha crecido bastante, donde los árboles ya son más grandes que los edificios de cuatro pisos que habitan el lugar.
A nivel mundial, existen 450 reactores nucleares, donde Estados Unidos es el país con mayor producción de energía de este tipo, seguido por Francia, China y Rusia, concluyó. (UNAM GLOBAL)
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