Del azafrán marroquí al pimiento camerunés, un estudio de la FAO y el BERD destaca los múltiples beneficios del etiquetado con indicación geográfica.
Roma – Un nuevo estudio ha concluido que los productos alimentarios vinculados a su lugar de origen ofrecen beneficios a nivel económico y social para las áreas rurales y promueven el desarrollo sostenible.
Los alimentos registrados con una etiqueta de Indicación Geográfica (IG) alcanzan un valor comercial anual de más de 50 000 millones de dólares a nivel mundial. Estos productos poseen características, cualidades o una reputación específicas derivadas de su origen geográfico.
El estudio Fortalecer sistemas alimentarios sostenibles a través de indicaciones geográficas de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo (BERD) analiza el impacto económico del registro de Indicaciones Geográficas en nueve estudios de caso: el café de Colombia, té Darjeeling (India), col Futog (Serbia), café Kona (Estados Unidos), queso Manchego (España), pimienta Penja (Camerún), azafrán de Taliouine (Marruecos), queso Tête de Moine (Suiza) y el vino Vale dos Vinhedos (Brasil )
En todos los casos, el tener registrado su origen incrementó notablemente el precio del producto final, con un valor añadido de entre un 20 y 50 por ciento. Una razón es que los consumidores asocian características únicas -como sabor, color, textura y calidad- con los productos que cuentan con Indicación Geográfica, y eso hace que estén dispuestos a pagar precios más altos.
“Las indicaciones geográficas son una estrategia de los sistemas de producción y comercialización de alimentos que sitúan las consideraciones sociales, culturales y ambientales en el centro de la cadena de valor”, aseguró Emmanuel Hidier, economista principal del Centro de Inversiones de la FAO. “Pueden suponer –añadió- una senda hacia el desarrollo sostenible para las comunidades rurales, promoviendo productos de calidad, fortaleciendo las cadenas de valor y mejorando el acceso a mercados más remunerativos”.
Estudios de caso: la pimienta Penja y la col Futog
En el caso de la pimienta Penja -una pimienta blanca producida en el suelo volcánico del Valle de Penja en Camerún, y el primer producto africano en recibir una etiqueta de indicación geográfica-, el registro ha ayudado a multiplicar por seis los ingresos de los agricultores locales.
“El proceso -desde establecer estándares hasta el registro y la promoción- no solo ha beneficiado a los campesinos locales, sino a toda la zona en términos de ingresos, productividad, crecimiento de otras industrias conectadas y, de manera importante, la inclusión de todas las partes interesadas”, indicó Emmanuel Nzenowo, de la asociación de productores de pimienta Penja.
Una etiqueta con IG para la col Futog, cultivada en las fértiles tierras bajas junto al Danubio en el norte de Serbia, ha supuesto para una pequeña comunidad de campesinos un aumento sustancial en los ingresos en los últimos años, y algunos agricultores lograron incluso un incremento del 70 por ciento en los precios de venta.
“Desde que el producto cuenta con IG, los productores locales han comenzado a colaborar más estrechamente, y esto ha ayudado a proteger la calidad única de la col Futog y su tradición agrícola. También ha colaborado a la defensa de su nombre y reputación, que a menudo se había utilizado indebidamente en el pasado”, explicó Miroljub Jankovic, de la Asociación de productores Futog.
Más allá de la economía: vincular productos, lugares y personas
Etiquetar los productos indicando su lugar de origen tiene implicaciones que van más allá de los beneficios económicos. Los productores y procesadores locales que protagonizan el proceso de registro ayudan a que los sistemas alimentarios sean más inclusivos y más eficientes. Juntos, los productores desarrollan las especificaciones del producto y promueven y protegen la etiqueta con IG. La creación de estas etiquetas estimula a la vez el diálogo entre los sectores públicos y privado, ya que a menudo las autoridades están muy vinculadas con el proceso de registro y certificación.
“En nuestras regiones -fronterizas con la UE- hay un gran interés en las IG de los gobiernos, ya que pueden ver en qué medida han generado un desarrollo rural positivo en países como Francia e Italia”, explicó Natalya Zhukova, Directora del BERD y responsable de Agronegocios. “Ahora, nuestros clientes de los sectores minorista y de procesado están también interesados en apoyar los procesos y mercados de IG, ya que pueden observan que los consumidores en los mercados locales y de la UE están interesados en el origen y la calidad de los alimentos”.
Encontrar el equilibrio adecuado
El registro de una etiqueta de Indicación Geográfica sigue las leyes y regulaciones definidas por cada país. A nivel internacional, las etiquetas están reguladas y protegidas por el Acuerdo ADPIC (Acuerdo sobre los aspectos de los derechos de propiedad intelectual relacionados con el comercio), un convenio multilateral sobre derechos de propiedad intelectual que es reconocido por todos los miembros de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
El estudio admite que existen una serie de obstáculos que los productores deben considerar antes de solicitar una etiqueta con IG. Por ejemplo, algunos productores tradicionales o en pequeña escala pueden resultar excluidos si los requisitos de los productos son excesivamente técnicos o si resultan costosos en áreas como el empaquetado.
El informe subraya además que es necesario valorar los impactos ambientales, y las especificaciones deben incluir indicaciones para evitar la sobreexplotación de los recursos naturales.
Herramienta para el desarrollo sostenible
“Los vínculos genuinos de estos productos con sus recursos naturales y culturales en las áreas locales los convierten en una herramienta útil para avanzar en los Objetivos de Desarrollo Sostenible, en particular preservando un patrimonio alimentario y contribuyendo a una alimentación saludable”, señaló Florence Tartanac, experta de la División de Nutrición y Sistemas Alimentarios de la FAO.
La FAO y el BERD han estado trabajando juntos para apoyar a los productores y las autoridades locales en el desarrollo de productos de Indicación Geográfica sostenibles en países como Montenegro, Serbia y Turquía. La FAO colabora también con otros socios para promover productos con indicación del origen en Afganistán, Benín y Tailandia, entre otros países. (FAO)
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