RÍOS TÓXICOS

RODOLFO MORENO CRUZ

RÍOS TÓXICOS

El río Atoyac-Verde de Oaxaca tiene una extensión de 600 kilómetros. Nace en la sierra Norte de Oaxaca y desemboca en el océano pacifico. Al nacer, contiene una pulcritud envidiable pero conforme avanza, y al llegar a los municipios del centro de Oaxaca, se convierte en río toxico. Las unidades de medidas no dejan lugar a duda: alcanza más de 500 mil partes de coliformes fecales por un millón de litro de agua; cantidad de contaminación que a juicio de los expertos lo convierte prácticamente en un alcantarillado de aguas negras. Al revisar los diagnósticos de otros ríos en México, uno se puede percatar que, desafortunadamente, esto no es un caso aislado. En México, tenemos varios ríos tóxicos.

Greenpeace, organización ambientalista mundial, ha acuñado la expresión de ríos tóxicos para aquellos ríos que han sido contaminados gravemente y que son sumamente dañinos para la salud humana, animal y el ecosistema. Estos contienen sustancias dañinas como el mercurio, plomo, benceno entre otros metales.

Pero, ¿Por qué preocuparse por los ríos? Se puede responder esta pregunta si antes se tiene en cuenta algunos datos del agua en el país. La estadística del agua en México señala que la lluvia proporciona a México aproximadamente 1 489 000 millones de m3. De esa cantidad solo el 28.4% se queda en el territorio y el 71.6% regresa a la atmósfera. Concretamente, del agua que se queda en territorio mexicano, el 6.2% se va al subsuelo y el 22.2 % se va para nutrir a los ríos y arroyos. Es decir, hay un potencial disponible del 78% de agua en territorio mexicano que precisamente proviene de ríos y arroyos. Aunado a esto debe tenerse en cuenta que los ríos y arroyos son importante por tres principales razones. En primer lugar, constituyen el motor principal para que el agua haga un recorrido territorial con beneficios directos para los humanos, los animales y en general al ecosistema que les rodea. En segundo lugar, son un mecanismo de purificación del agua que reciben pues generan un proceso de autodepuración. En tercer lugar, son una maquinaria natural que genera electricidad, previenen la erosión de laderas y reducen los cambios bruscos de temperatura. Sin embargo, y a pesar de estos beneficios, hay poca protección de ellos.

La defensa de los ríos ha encontrado aliados importantes, cuyo ejemplo debemos tener presente para acciones futuras. Greenpeace ha sido, sin lugar a dudas, uno de estos aliados. Pero hay más. Concretamente el defensa del río Atoyac-Verde (Oaxaca) fue llevada al Tribunal Latinoamericano del Agua por Caravana Gastronómica A. C.; Siembra en el mar y la tierra por Oaxaca, A.C; Caravana Cultural, Arte y Tradición de Oaxaca, S.C; Estudios y Proyectos de la Biosfera, S.C; Fundación Cultural Modesto Bernardo, A.C, Unión de Productores de Traspatio Oaxaqueño, S.P.R. de R.L. ; Pacto por el Planeta, A.C.; Comité de Voluntarios para la reforestación protección del ambiente, A.C.; todas reunidas en grupo Atoyac a través del cual lograron que se condenará al Estado Mexicano y se le ordenó que se estableciera medidas urgentes de mitigación en el rio Atoyac.

Pero si esas defensas han sido acertadas, hoy la lucha por los ríos encuentra un nuevo frente: los pueblos y comunidades indígenas. Ciertamente, recientemente la Suprema Corte de Justicia de la Nación se ha pronunciado en el amparo 621/2016 y aquí (aunque no se diga expresamente) la voz “indígena” ha hecho lo propio. Efectivamente, la defensa del rio corrió a cargo de Litigio Estratégico Indígena A.C. misma que se ha caracterizado por la defensa de los derechos lingüísticos y culturales. La preside Carlos Morales Sánchez, quien es un abogado de la comunidad binizáa de la planicie costera del Istmo de Tehuantepec y quien fue el primero en promover una demanda de amparo en lengua indígena para hacer vigente el derecho a la lengua en el caso de Amelia Castillo Galán. En la sentencia de este amparo, se ordenó a diversas autoridades, entre ellas las autoridades municipales por las cuales corre el río, a realizar programas de limpieza.

En suma, por la defensa de nuestros ríos tenemos varias voces reclamando. La voz indígena es una de ellas. Esta y aquellas pueden significar el detonante para la desintoxicación de nuestros ríos. Ahora sola falta que las autoridades las escuchen.

Autor

Rodolfo Moreno Cruz