Por: Claudia Rodríguez Acosta, psicoanalista
Si rastreamos los orígenes de la palabra “felicidad”, encontramos que significa: fertilidad, fecundidad, placer y fortuna. La felicidad, entonces, es un estado emocional en el que la persona se siente plena y con capacidad para crear, para dar frutos (en el amor, en el trabajo, en la familia, etc.), es un estado al que se aspira y que cuando ocurre, es limitado. La felicidad puede ser gracias a la frustración y a la ausencia, solo experimentando el displacer podemos ir identificando qué nos gusta, quién nos hace sentir bien, qué consideramos valioso y qué no. Para lograr hacer esta diferenciación, el bebé tiene que experimentar ciclos de frustración – gratificación, saber que no todo el tiempo puede comer, ni dormir, ni sentirse satisfecho; y, sobre todo, tener un vínculo cercano y amoroso con su madre o cuidador primario (padre, abuela, nana, tía) que le ayude a tolerar la espera. A partir de esas primeras experiencias vamos adquiriendo herramientas que nos permiten no solo ser capaces de sentirnos felices, sino también tranquilos y valiosos.
La búsqueda de la felicidad no tiene fin, es un proceso continuo que requiere un esfuerzo sostenido, de toda la vida. A veces se piensa lo contrario, creemos que cuando tengamos esto o aquello, o cuando estemos finalmente con tal persona, o cuando consigamos tal nivel de vida, o equis trabajo, seremos felices, sin embargo, la felicidad no es un objeto que se encuentre y se mantenga para siempre, sino que implica un proceso, ser felices tiene que ver con poder buscar y saber, como dice Calvino “quién y qué, en medio del infierno, no es infierno”, y con saber que la realidad nunca será exactamente como deseamos que sea. Algunos puntos importantes para pensar sobre este tema son:
- El dinero, la edad, el nivel socioeconómico, el grado de estudios y el ser hombre o mujer, son factores secundarios para sentirse felices. La felicidad proviene, principalmente, de aspectos internos.
- Es diferente sentirse feliz, a sentirse no triste o no tan mal.
- Ser feliz no implica necesariamente siempre sonreír o adaptarse a una sociedad determinada. Hay personas felices que no encajan con un ideal social.
- La felicidad no implica que nunca nos sintamos tristes o enojados, al contrario, posibilita tolerar estados emocionales que no son placenteros.
- Felicidad no es lo mismo que manía o éxtasis.
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Alejandra Sánchez
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