JULIAN PARRA
Prostitución política
En el pasado, todavía hace unas dos décadas atrás, los militantes de los partidos políticos en México estaban perfectamente identificados debido a sus ideas, acciones y convicciones, actitudes y comportamientos.
Acá estaban los de la derecha, de ideas conservadoras, allegados a la Iglesia y a los sectores patronales. Al otro extremo estaban los de la izquierda, luchadores sociales, levantadores de la mano cerrada y entonando frases como ‘éste puño sí se ve’ y muchas otras mientras salían a tomar las calles; contrarios al régimen, con ideas socialistas y tachados hasta de comunistas –algo así como que poco menos que el mismísimo diablo, o algo muy parecido a ello, durante el sexenio de Gustavo Díaz Ordaz-.
En medio de ambos, los llamados de centro donde históricamente se colocó al partido que durante casi ocho décadas mantuvo hegemonía electoral en este país, y que por conveniencia sus dirigentes lo empezaron a deslizar un poco para autocalificarse como de centro-izquierda. Otros se movieron para social-demócratas y así por el estilo.
Hasta que llegó un momento en que se fueron traspasando las delgadas líneas que separaban ya no a los del centro con los de la izquierda o la derecha, sino a los de la ultraderecha con los de la ultraizquierda. Se empezaron a mezclar las ideologías y a verse como normal que los partidos de izquierda se coaligaran o unieran con los de la derecha, y todo terminó siendo un batidillo que hoy en día está convertida en una auténtica prostitución política.
Hoy los actores políticos ya no distinguen de ideologías, de colores, de siglas, de partidos o de credos políticos ¿Ejemplos? Porque así les conviene a sus muy personales y particulares intereses, quienes fueron feroces depredadores y denostadores de ‘ya saben quién’, como el español Antonio Solá -creador de la frase de ‘Andrés Manuel es un peligro para México’-, y el propio Manuel Espino, ex presidente nacional del PAN, han dicho recientemente –nadamás porque ellos lo dicen- que López Obrador ya no es un peligro para México.
Ambos personajes, son unos mercenarios de la política, el primero se vende como estratega y ha terminado por convertirse en un ‘engaña pendejos’, cuya más reciente aparición se dio en Coahuila, donde dejó sembrada la semilla del odio, del rencor, del encono, que es su especialidad. Ahora, aunque está al otro lado del espectro político, va en busca de acomodarse en el equipo de Andrés Manuel López Obrador.
Espino tuvo una aparición en Durango hace un par de años, cuando no tuvo empacho en rentarse como golpeador de la familia Herrera, para ayudar al entonces gobernador Jorge Herrera Caldera a debilitar la figura de Leticia Herrera, y con ello ayudar a repuntar la de Esteban Villegas Villarreal para que éste obtuviera la candidatura del PRI a la gubernatura del estado. Al final se consiguió ese propósito y se perdió la gubernatura, pero Espino obtuvo su recompensa como pago a sus servicios prestados, se convirtió en empresario restaurantero en la capital duranguense.
Ahora aparece en el escenario político con una agrupación denominada Movimiento Ruta 5 con la que se anda ofreciendo al mejor postor, es decir, le da lo mismo irse a la ultraderecha, a la ultraizquierda, con los radicales, con los moderados, con quien sea pero que sea el que ofrezca más. No es cuestión de convicciones ni de ideologías, es cuestión de intereses personales y de grupo.
Y qué me dicen de Gabriela Cuevas, y qué de la maestra Elba Esther Gordillo, que ya jugó con el PRI, luego con el PAN y ahora se enlista para enrolarse en Morena; también podemos mencionar a Tatiana Clouthier, o a Napoleón Gómez Urrutia, a Javier Lozano, cuyos intereses les han llevado a traspasar de manera impune y sin el menor recato, las líneas entre ideologías de la izquierda a la derecha y viceversa.
Pero como ellos hay muchos otros, de los verdes, de los rojos, de los amarillos, de los naranjas, de los turquesas, de los azules, de los blancos, de los negros. Hoy no hay distingo de colores, de ideologías, de siglas o partidos, estos son los tiempos de la prostitución política, de venderse al mejor postor, al que ofrezca más.
@JulianParraIba
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