TERESA GURZA
Esta semana abre con la novedad, de que Peña Nieto nos integró a la felicidad.
Risa, vergüenza, indignación, incredulidad y sorpresa, me dio leer en el diario Reforma de este martes 13, que por cierto no fue Día de los Inocentes, la noticia de que el gobierno había firmado la integración de México a la Coalición Mundial de la Felicidad.
Me parece ridículo que en estos momentos por los que pasa nuestro país, el Presidente se ocupe en mandar a alguien a avalar la adhesión mexicana, a esa cuestión tan rara.
El documento respectivo fue firmado en Dubái por Paulina Terrazas, jefa de la Unidad de Proyectos Especiales de la Presidencia de la República y representante de México en la VI Cumbre Gobierno Mundial, auspiciada por el jeque Mohammed bin Rashid Al Maktoum, vicepresidente y Primer Ministro de Emiratos Árabes Unidos (EAU) y Gobernador de Dubái.
Ingenua de mí, pensé que sabiendo que más de la mitad de los mexicanos no pueden cubrir sus necesidades básicas, y que hay millones de familias divididas por la emigración a otros países o a otros estados para poder sobrevivir, quienes ocupan la Presidencia y sus dependencias estarían más preocupados en investigar como disminuir la desigualdad y la pobreza que nos afrentan, y cuya solución ayudaría a la felicidad colectiva.
¿Sabrán el señor presidente y la señorita Terrazas, que no se puede ser feliz con hijos hambrientos, enfermos o ausentes?
¿Qué es imposible tener. ya no felicidad sino tranquilidad, cuando se vive en el terror que causa la violencia?
¿O qué estamos en la triste e infeliz perspectiva de tener un futuro en el que será el miedo el que decida las elecciones?
A lo mejor en el gobierno creen, que los mexicanos no sabemos ser felices; tal vez, no se han dado cuenta, que las condiciones de vida de la mayoría no lo permiten; y que si no hay cambios, no serán felices así se firmen diez mil protocolos internacionales.
Da vergüenza imaginar lo que pensarán los enterados de cómo andamos en corrupción, impunidad, niveles educativos y democráticos, índices de pobreza y de todo lo demás, al saber que nos adherimos a esa felicidad que por ahora solo conocen funcionarios que pasan los días no pensando como joder a México, como dijo el Presidente, sino jodiéndolo.
Hay que aclararles, que no todos vivimos al borde del estallido de felicidad, que muestran las fotos de ese senador que regala collares de miles de pesos en el Día del Amor; o las de los chuchosperredistas, contorsionados por las carcajadas que les produce algo que solo ellos conocen.
No, la mayoría de los mexicanos viven sumergidos en la preocupación por cómo será su día a día.
Preocupación que Terrazas desconoce, porque declaró a la agencia Efe «Nos estamos comprometiendo a discutir y a debatir el asunto de la felicidad con toda la seriedad del Gobierno y, más allá de la teoría, a dar pasos concretos (…) para que esa teoría incida en la política pública».
¡¡¡Ah!!!
Sería mucho mejor que en lugar de perder tiempo y dinero en esas andanzas, y dada la certeza de que no se puede ser feliz sin estar sano, dedicaran esos recursos al IMSS; cuya eficiencia se ha cacareado tanto estos días en páginas enteras de publicidad, que intentan convencernos de su eficacia.
Sería mucho más conveniente destinar más dinero a mejorar sus servicios y dotar de medicinas indispensables a sus clínicas; entre ellas por favor, a la Unidad Familiar de Yecapixtla, donde no hay siquiera vacuna contra la influenza.
Si sus servicios fueran lo que mentirosamente se pregona, la publicidad para el IMSS sería gratuita al correrse la voz entre los derechohabientes, y aumentaría la felicidad.
Tampoco ayuda a la felicidad, saber que el año pasado el gobierno excedió en 218 mil millones de pesos el presupuesto, de 131 mil 866, aprobado por los diputados para el ramo 23.
El ramo 23 “es un Instrumento de política presupuestaria para atender las obligaciones del Gobierno Federal, cuyas asignaciones no corresponden al gasto directo de las Secretarías o sus entidades… y tiene como uno de sus objetivos otorgar recursos a Entidades Federativas y Municipios a través de fondos específicos”.
¿Será que la Secretaría de Hacienda no está enterada de qué nos quieren felices y por eso dilapida 349 mil 866 millones de pesos, en ese fondo poco transparente, que regala miles de millones a la corrupción y los moches?
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