CÁPSULAS SARAPERAS

FRANCISCO TOBÍAS H.

En esta ocasión te platico de una historia que inicio en 1960, con la venta de refacciones y autopartes, que dio origen a Narváez Automotriz.

El Saltillense José Luis Narváez Colunga, quien fue agente de ventas de refacciones automotrices por casi 25 años, recorría los estados de Chihuahua, Zacatecas, Durango, Tamaulipas y por supuesto Coahuila, en busca de clientes.

Por aquella época, se casó con María Elena Siller Machorro, en el año de 1966, teniendo 5 hijos, 2 mujercitas y 3 varones.

Para el año de 1970, con la intención de dar más comodidades a sus hijos, doña Nena, como llamaban cariñosamente a doña María Elena, mujer trabajadora como suelen ser las Saltillenses, daba asistencias en su casa, y decidió emprender en el comercio con una modesta tienda de abarrotes, instalándose en la esquina Xicoténcatl y Lerdo.

Cuando José Luis hacia sus recorridos fuera de la ciudad, Nena le pedía que le dejara bujías, micas y foquitos para vender. Lo demás es historia fácil de imaginar.

Para 1972, la familia Narváez Siller, decide cerrar la abarrotera y abrir una refaccionaria en Presidente Cárdenas y General Cepeda, quedando al frente de ella doña Nena, tiempo en el cual don José Luis, continua como agente de ventas, pero ahora de su propia refaccionaria, logrando en 1977 abrir dos sucursales, otra más en Presidente Cárdenas y la segunda en la calle de Abasolo.

En la década de los 80´s, José Luis decide dejar su trabajo como agente de ventas para dedicarse de tiempo completo a las refaccionarias, que ya se habían convertido en un buen negocio de la familia. Y digo de la familia, ya que los 5 hijos pasaron por ellas; como trabajadores conocieron lo que es ganarse el pan de cada día en el comercio. Doña Nena, junto a su esposo José Luis y sus hijos José Luis, María Magdalena, María Teresa, Luis Gerardo y Sergio Javier, lograron vencer la adversidad, dando ejemplo de trabajo, honradez y tenacidad.

Con una atención personalizada por parte de Luis Gerardo, testigo de esto fui, ya que mientras conversábamos y me platicaba la historia de la familia y del negocio, nunca dejo de atender con esmero y dedicación a los clientes que llegaban a preguntar por un empaque, por un cubre volante o por una mica de un camión International, como fue el caso de mi amigo y tocayo Francisco J. Martínez

Hoy ya la tercera generación, Luis Gerardo Jr, Regina y Natalia, trabajan en el negocio, aprendiendo, como comerciantes, el ganarse el pan de cada día con la venta de birlos, de tuercas, plafones, calaveras, empaques, tapetes, espejos, copas, parrillas, emblemas y un sin fin de accesorios automotrices.

 

 

Autor

El Heraldo de Saltillo
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