¿Soy neurótico? Cómo saber cuándo necesitas hacer terapia 

Ser un poquito sensible no tiene por qué ser de entrada una desventaja o un síntoma de que algo anda mal. foto: Franziska Gabbert/dpa-tmn

Por Marie von der Tann

Muchas veces los trastornos psíquicos no son algo que salte a la vista. La gente puede seguir llevando adelante su vida de siempre y en el trabajo no hay nada que parezca anormal, pero quizás esa misma persona llegue a casa, vea una araña y se aterre hasta la médula. ¿Eso ya es indicador de una neurosis?

La respuesta no es tan sencilla. En la vida diaria solemos tildar de «neurótico» a alguien que pierde rápidamente la paciencia o que suele andar con los nervios de punta, pero no sabemos qué significa.

Dicho a grandes rasgos, lo que se entendía por neurosis solía englobar toda una serie de comportamientos llamativos relacionados con conflictos de la infancia. Esas alteraciones o trastornos eran definidos de un modo distinto a las psicosis, que definían en cambio a trastornos psíquicos mayores.

Las definiciones y tendencias de los especialistas varían de lugar a lugar. En Alemania los psiquiatras ya no trabajan distinguiendo entre neurosis y psicosis, utilizan más bien el término general de trastorno psíquico, tal como explica la doctora Isabella Heuser, de la Psiquiatría de la clínica Charité de Berlín.

De todos modos, no es que el cuadro de la neurosis haya quedado obsoleto. Hay personas que tienen algunos comportamientos anormales que no necesariamente son un trastorno psíquico severo que deba ser tratado. Es decir, si a alguien le generan pánico las arañas aunque no suela estar en contacto diario con arañas amenazantes ni viva en un contexto de jungla en el que corra realmente peligro, no necesariamente debe ser tratado. «Aproximadamente un 30 por ciento de las personas encuadran en algún tipo de diagnóstico de alteración psíquica, pero no todas deben ser tratadas», explica el psicoanalista Henning Scheunburg, de la Clínica Universitaria de Heidelberg.

Y, por el otro lado, hay síntomas que tal vez no encajen en ningún cuadro conocido pero que llevan a que la persona se vea muy limitada en su vida cotidiana y que necesite tratamiento.

Es decir, por lo general lo que define si alguien necesita o no una terapia es el padecimiento o las limitaciones que siente. Al menos es un factor de mucho peso.

Si uno siente que fracasa en mantener una relación de pareja, que sus amistades son meramente superficiales o que tiene serias dificultades en el trabajo, hará bien en consultar a un especialista que evalúe la situación.

Hay personas que son más sensibles que otras o emocionalmente más inestables. Ese fenómeno suele conocerse como neuroticismo, «que indica el grado de sensibilidad con el que reacciona alguien al estrés», explica la psicóloga Eva Asselmann. «Si uno está muy arriba en esa escala, reaccionará irritado, nervioso, con miedo».

Pero más allá de las reacciones que uno tenga en su vida cotidiana, todos pueden hacer algo para mejorar su manejo del estrés, al que nos vemos sometidos todos, comenta Asselmann. Hay distintos tipos de ejercicios y técnicas que se pueden incorporar para mejorar en mucho tu calidad de vida. (DPA)