AVATARES

ATILA

Votos golondrinos

El nuevo dirigente estatal del Partido Revolucionario Institucional en Coahuila, debe revisar el dossier que seguramente dejaron en su escritorio con los comparativos y porcentajes de los resultados de la elección a gobernador en 2011 y julio del 2017.

Ahí encontrará que el año pasado el Partido Revolucionario Institucional obtuvo poco más de 482 mil votos, lo que representa el 38.9 por ciento de la votación.

El PAN y Guillermo Anaya, lograron 452 mil 31 votos, equivalentes al 36.4 por ciento, unos 30 mil votos abajo del ganador Miguel Ángel Riquelme.

Lo interesante es que en la elección del 2011, con Rubén Moreira como candidato a gobernador, el Partido Revolucionario Institucional logró una histórica cifra de 721. 289 votos, un 60.10 por ciento de la votación.

Su rival, el panista Memo Anaya, obtuvo 422.296 votos, que representaron el 35.18 por ciento de la elección.

En términos reales, los sufragios priistas bajaron del 2011 al 2017, en casi 239 mil votos, sin que hasta la fecha exista una explicación al respecto.

En tanto Anaya Llamas, en el mismo periodo del 2011 al 2017, apenas incrementó sus números en 30 mil votos, un raquítico porcentaje de crecimiento en aceptación ciudadana.

El reto de la nueva dirigencia tricolor no se encuentra entonces en los partidos políticos opositores, sino en su base militante, que por alguna razón no votó a su favor en el 2017.

Este 2018, habrá elecciones para Presidente de la Republica, diputados federales y alcaldes, y el reto es aún mayor.

Coahuila es en el norte del país, junto a Sonora, uno de los pocos estados con gobiernos emanados del Revolucionario Institucional.

Tamaulipas, Durango y Chihuahua, son panistas, Nuevo León es independiente, así es que en el norte de la nación, la fortaleza del candidato presidencial del PRI, José Antonio Meade, es Coahuila.

¿Cómo recuperar los 200 mil votos golondrinos?, ese el verdadero reto de la nueva dirigencia, que hoy elegirá el Consejo Político Estatal del PRI.

El tiempo apremia.

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El alcalde de Saltillo, Manolo Jiménez no debe tocarse el corazón para encarcelar a su antecesor Isidro López Villarreal.

Manolo no puede ser tapadera de tanta corrupción e irregularidades cometidas por Isidro.